¿Qué balance hace de este último mandato?
Positivo. Entramos el año 2015 en este Ayuntamiento, que tenía serios problemas económicos. Nos encontramos una deuda con bancos y con proveedores importante. Ese fue el primer lastre que encontramos en este Ayuntamiento. Con la gestión hemos reducido la deuda y hemos intentando con los proveedores del pueblo, que son los que están contribuyendo al sostenimiento del Ayuntamiento, no estén enfadados y que se les pueda pagar con la frecuencia que ellos necesitan.
Ha sido un mandato un poco convulso. Después de 36 años de Gobierno de Izquierda Unida, entramos con un pacto entre PSOE y PP. Aunque pueda ser un pacto antagonista, premiamos a las personas por encima de los partidos. En mitad se rompió el pacto, se fue la alcaldesa [Ana Pérez Nebreda], se eligió un nuevo alcalde, se vuelve a reeditar el pacto… y a partir de julio de 2017, cuando entro como alcalde se normaliza la situación.
¿Cuál fue el momento más difícil en aquellos momentos?
Hubo un momento en el que el pacto de gobernabilidad se rompió y la alcaldesa se fue, dejando un vacío político y una incertidumbre. No sabíamos si el pacto se podía reeditar, si volvía Izquierda Unida. Al final decidimos que la crispación tenía que terminar. Tanto PP como PSOE nos sentamos para intentar que esto funcionase y que acabase la legislatura adecuadamente.
Se creó una comisión de seguimiento y al final vamos a ser capaces de acabar y que haya normalidad en la gestión, en el día a día, en la atención a los vecinos. Eso lo hemos conseguido.
¿Cuál ha sido el proyecto más importante del mandato?
El principal problema que tenemos es el abastecimiento de agua. Nos encontramos con unos consumos desmesurados. Decían que consumíamos unos 1.000 litros por habitantes y día, pero eso no se podía creer. Y ya no sólo es el consumo doméstico, sino el industrial. La red estaba obsoleta y perdíamos miles y miles de litros. Así que nuestro principal proyecto ha sido cambiar la parte que estaba en peor estado.
Y el horizonte 2019 – 2023 va a ser el mismo: seguir cambiando la red que está obsoleta. Tenemos constancia de que todavía hay redes que son de fibrocemento y habrá algunas en el casco antiguo de plomo. Desde 2015 nos hemos gastado más de un millón de euros en cambiar la red abastecimiento.
¿Es de lo que se siente más orgulloso?
Puedo sentirme orgulloso de este cambio. Hemos recuperado pozos que estaban en desuso. Uno de los que hemos recuperado es el principal que nos abastece. Hemos conseguido llevar el agua del Polígono Industrial al Parque de la Tecnología para que pudiéramos ofrecer un espacio donde las empresas se puedan instalar y ofrecer empleo.
Además, de continuar con la red de abastecimiento, ¿qué proyectos han quedado pendiente?
Estamos cambiando, de forma paulatina sectores del casco urbano y tenemos pendientes cambios en la red de saneamiento, asfaltados, acerados… Hemos sido capaces de cubrir la plaza de los Derechos Humanos y todavía falta poner canalones y unos toldos. También nos queda hacer una gran inversión en parques y jardines. Tiene que estar bien acondicionados adoquinados, con hormigón impreso y su ‘pipican’ para los perros…
¿Hacia dónde tiene que mirar Humilladero para tener un mejor futuro?
Humilladero tiene que caminar hacia lo ecológico, hacia lo verde, hacia las grandes zonas peatonales. He visitado muchos municipios y he visto calles peatonalizadas, bien adornadas con plantas y aquí en este municipio carecemos de eso. Queremos apostar por el tema ecológico y tenemos un proyecto para que la zonas periurbanas cambien a suelo cubierto. Y queremos hacer un aprovechamiento maderero en la Sierra de Humilladero con un proyecto muy importante con el que estamos en contacto con la Universidad de Córdoba.