El Centro Comercial La Verónica en Antequera cumple 20 años, un hito que se ha celebrado con un concurso de tartas en el propio centro y que simboliza mucho más que cifras. Este lugar se ha convertido en un referente de comunidad, donde cada visita brinda la oportunidad de crear recuerdos inolvidables.
Carmen, una visitante habitual, destaca la buena ubicación del establecimiento y la amplitud de aparcamientos. Recuerda con cariño una experiencia familiar en la que toda su familia se reunió para hacer los encargos a los Reyes Magos. “Íbamos todos juntos, con los niños ilusionados mirando los escaparates”, comparte. Para Carmen, La Verónica ha sido el escenario de momentos significativos, donde la emoción de las compras se mezcla con la calidez familiar.

Otro usuario, Antonio también resalta el carácter tranquilo de La Verónica, ideal para pasear sin agobios. “Me acuerdo cuando compramos aquí la primera bicicleta para mi hija. Ver su cara de emoción cuando la vio fue un momento que siempre recordaré”, dice. Este tipo de vivencias transforman un simple centro comercial en un espacio lleno de significado. Cada rincón del Centro Comercial La Verónica es testigo de historias que se entrelazan, creando un legado emocional que perdura.
Tradiciones que unen
Las tradiciones familiares son esenciales para muchos visitantes. Isabel menciona que siempre comienzan su recorrido por las tiendas de ropa y, aunque los niños suelen cansarse, acaban divirtiéndose en la zona de juguetes. “Cada vez que venimos, solemos empezar mirando las tiendas de ropa”, comenta. David recuerda su primera visita en la inauguración del centro, que desde entonces se ha convertido en un lugar habitual para su familia. “Desde entonces, ha sido un lugar recurrente para ir en familia”, dice.
Ana, madre de adolescentes, reflexiona sobre la evolución de sus visitas. “La primera vez que vine fue para comprar el carrito de bebé para mi primer hijo”, recuerda. Ahora que sus hijos son mayores, disfruta de momentos de ocio en familia. Este crecimiento resalta cómo el centro se ha adaptado a las etapas de la vida de sus visitantes, siempre ofreciendo un espacio acogedor.
Otros en cambio, resaltan la característica ‘pet friendly’ del propio centro, «una de las cosas que más me gusta del centro comercial La Verónica es que es puedo ir con mi perro. Hace poco fui con mi pareja y nuestro perro, y la verdad es que fue una experiencia súper cómoda. Poder pasear por las tiendas y áreas comunes sin tener que preocuparnos por dejar a nuestra mascota en casa es un gran plus» nos comentaba Rocío.
El latido de la comunidad
El ambiente en este centro comercial de Antequera se refleja también en las palabras de sus trabajadores. Carmen, con 15 años en la tintorería, menciona la alegría del ambiente, especialmente durante épocas festivas. “Llevo 15 años trabajando en La Verónica, y lo que más me llena es el ambiente de Antequera, de la gente que viene de los alrededores”, dice. Ana Belén, de la tienda Tramas y antigua trabajadora de la tienda C&A, tras 12 años en el centro, destaca las amistades formadas con compañeros de trabajo. “He hecho amigos, gente muy agradable, y nos conocemos desde hace mucho tiempo”, comenta.

A lo largo de estos 20 años, el Centro Comercial La Verónica ha evolucionado. Aunque algunos lamentan la pérdida de ciertas tiendas, muchos coinciden en que el establecimiento ha ido mejorando, ofreciendo un ambiente revitalizado y acogedor. Ana Beltrán, empresaria y dueña de las tiendas Ana Beltrán y José Beltrán observa cómo, con el paso del tiempo, el centro ha pasado de tener locales vacíos a una revitalización constante, haciendo de cada visita una experiencia gratificante.
Un futuro brillante
En este 20 aniversario, La Verónica no solo celebra su trayectoria, sino que reafirma su papel como un espacio de conexión en Antequera. Las historias compartidas entre visitantes y trabajadores se entrelazan, creando un legado que va más allá de las compras. Este espacio ha cultivado relaciones, celebrado momentos especiales y ofrecido un refugio para las familias de Antequera. “Cada rincón cuenta una historia, y cada visita se convierte en un capítulo más de una narrativa en constante evolución”, concluyen sus visitantes.