“Queríamos hacer un vino muy de Málaga”. El objetivo que querían cumplir en la empresa Narbona Solís con su último producto, un vino blanco con el nombre de Chinitas lo tenían claro. Y a tenor de cómo lo han elaborado y de su resultado final, por dentro y por fuera, está claro que lo han conseguido.
Elaborado con uvas moscatel cultivadas en el término municipal de Mollina, Chinitas es un vino blanco abocado. Es decir, un caldo que tiende a lo dulce, porque contiene entre entre 5 y 15 gramos de azúcares por litro, al no haber fermentado todos los azúcares. Además, no es de elevada graduación alcohólica, ya que se queda en los 10 grados. Y estas son características con la que se puede atraer a un público que no está tan asombrado a beber vino, optando por otro tipo de bebidas en sus comidas o el ocio.
“La intención era hacer algo diferente. Un vino para la gente joven y que le pueda gustar a todo el mundo”, comenta a Clave Económica el máximo responsable de la compañía, Juan Carlos Narbona, de este nuevo proyecto de Bodegas Antakira.
Además de ser vino nacido en tierras de Mollina, promovido por una empresa distribuidora con sede en Antequera, liderada por una familia de Sierra de Yeguas, Chinitas también refleja sus orígenes en su propio nombre, en referencia al conocido pasaje del centro histórico de la capital, y en la etiqueta, con una ilustración de Carlos Baena que recoge emblemas tan malagueños como la Catedral o la biznaga.
En Narbona Solís están muy satisfechos con la acogida de este nuevo vino que producen, especialmente tras ver cómo el trabajo con su equipo de enólogos ha dado sus frutos, y esperan que continúe el éxito de cara a la segunda producción en la que ya están manos a la obra. Y ya no sólo a nivel empresarial, sino también por el carácter solidario que han querido imprimir a Chinitas, ya que parte de los beneficios van destinados a Nuevo Futuro, una ONG que tiene su sede en Málaga y que cuenta con más de un centenar de hogares de acogida.
